Junto al Fuego
(Francisco Alvarez)
Ven hacia mí en silencio, con la sonrisa abierta,
absorbiendo en los ojos la noche iluminada;
deslízame en la mano la imperceptible oferta
del rayo que la luna depositó en tu almohada.
Reclínate en la alfombra y oye el rumor del fuego
cuyas lenguas nerviosas erotizan el leño;
que su calor tu cuerpo revitalice, y luego
encienda tu mirada y acaricie mi sueño.
A tu lado en el suelo veré los diablos rojos
de las llamas inquietas, con tu mano en mi mano,
y las chispas revueltas danzarán en tus ojos
como estrellas fugaces en un cielo lejano.
Descenderá mi brazo de tu hombro a tu cintura,
despertando temblores en tu piel descubierta,
y acercarás el rostro bañado de ternura
para aspirar los besos de mi boca entreabierta.
Las cien lenguas del fuego se deslizan lascivas
en torno al tronco envuelto por el abrazo ardiente,
y tus trémulas manos se arrastrarán furtivas
asiendo el miembro erecto gentil y firmemente.
En tu mirar directo flotan complicidades
que acercan a mi mundo tu intensidad de amante,
y percibo tu entrega y calmo tus ansiedades,
mientras entre tus dedos me retienes vibrante.
Lame incesante el fuego, y es cálida tu boca,
en aquel, sequedades, y humedades en ésta;
labios que se resbalan, y paladar que toca,
y relieves e impulsos que el amor manifiesta.
Arde el leño sin tregua, con ligeros chasquidos,
y se elevan las llamas en ondas desiguales;
y en tu ascenso y descenso hay rítmicos sonidos
de profundos y tensos contactos guturales.
El leño se retuerce bajo el calor intenso
y explota en la alegría de una amplia llamarada;
y tus ojos revelan el repentino y denso
fluir de surtidores en garganta infiltrada.
La lumbre ya se extingue, y el tronco está deshecho;
ven, mujer, y sonríe, y abrázame apacible,
reposa tu cabeza gentil sobre mi pecho,
y soñemos el sueño de un futuro tangible.
absorbiendo en los ojos la noche iluminada;
deslízame en la mano la imperceptible oferta
del rayo que la luna depositó en tu almohada.
Reclínate en la alfombra y oye el rumor del fuego
cuyas lenguas nerviosas erotizan el leño;
que su calor tu cuerpo revitalice, y luego
encienda tu mirada y acaricie mi sueño.
A tu lado en el suelo veré los diablos rojos
de las llamas inquietas, con tu mano en mi mano,
y las chispas revueltas danzarán en tus ojos
como estrellas fugaces en un cielo lejano.
Descenderá mi brazo de tu hombro a tu cintura,
despertando temblores en tu piel descubierta,
y acercarás el rostro bañado de ternura
para aspirar los besos de mi boca entreabierta.
Las cien lenguas del fuego se deslizan lascivas
en torno al tronco envuelto por el abrazo ardiente,
y tus trémulas manos se arrastrarán furtivas
asiendo el miembro erecto gentil y firmemente.
En tu mirar directo flotan complicidades
que acercan a mi mundo tu intensidad de amante,
y percibo tu entrega y calmo tus ansiedades,
mientras entre tus dedos me retienes vibrante.
Lame incesante el fuego, y es cálida tu boca,
en aquel, sequedades, y humedades en ésta;
labios que se resbalan, y paladar que toca,
y relieves e impulsos que el amor manifiesta.
Arde el leño sin tregua, con ligeros chasquidos,
y se elevan las llamas en ondas desiguales;
y en tu ascenso y descenso hay rítmicos sonidos
de profundos y tensos contactos guturales.
El leño se retuerce bajo el calor intenso
y explota en la alegría de una amplia llamarada;
y tus ojos revelan el repentino y denso
fluir de surtidores en garganta infiltrada.
La lumbre ya se extingue, y el tronco está deshecho;
ven, mujer, y sonríe, y abrázame apacible,
reposa tu cabeza gentil sobre mi pecho,
y soñemos el sueño de un futuro tangible.
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